“La
casa y las riquezas son herencia de los padres, pero don de
Jehová es la mujer prudente”.
Proverbios 19:14
“El que
encuentra esposa encuentra el bien y alcanza la benevolencia de Jehová”.
Proverbios 18:22
Si alguien importante para
nuestras vidas, alguien famoso, un rey, un presidente, alguien relevante en el
mundo de las finanzas, etc. nos hiciese un regalo especial a nosotros, desde
luego no lo abandonaríamos ni lo descuidaríamos, todo lo contrario lo
protegeríamos para que nadie nos lo pudiese robar o llevar, que no se
deteriorase, lo colocaríamos en una vitrina, y lo mostraríamos a todos los que
nos visitasen. Nuestra pareja, nuestra esposa, es un regalo de Dios y no
podemos descuidar ese regalo de Dios, debemos poner todos nuestros cuidados en
ella. También así de los hijos, los padres, etc. Debe ser lo primero en nuestra
vida como seguidores de Cristo, después del amor y respeto que debemos guardar
a nuestro Dios.
Cuando ofendemos a nuestra pareja
o esposa estamos despreciando ese regalo de Dios, nosotros no maltrataríamos ni
despreciaríamos ese regalo preciado, valiosísimo que alguien importante nos ha
regalado, no podemos tampoco dejar a un lado a nuestras esposas y menos a
nuestros hijos o hijas: “Herencia de
Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre”. (Salmo 127: 3).
Nuestra obligación es cuidarlos, educarlos, corregirlos, exhortarlos y hacerlos
hombres y mujeres de bien, y esto incluye la enseñanza de los mandamientos de
Dios. Como dijo el sabio Salomón: “Instruye al niño en su
camino, y ni aun de viejo se apartará de él” (Proverbios 22:6).
En el día de hoy un tema de gran preocupación
en la sociedad occidental es la violencia machista, solo en España unas 60
mujeres o más mueren por esta causa al año, esto no pasaría en una sociedad
cristiana, donde la esposa es el vaso frágil, el regalo que Dios da al esposo,
lo más apreciado por Dios como bendición para el esposo como persona, para su
hogar, como ayuda idónea, etc… Esa
bendición es mutua pues en ningún momento en la Palabra de Dios la mujer queda
en un segundo plano ni es considerada menos que su esposo, sino que ambos son
una sola carne.
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