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Luego llegó a Elías una palabra de Jehová, que decía: 9 «Levántate, vete a
Sarepta de Sidón y vive allí; ahí le he dado orden a una mujer viuda que te
sustente.»
1ª Reyes 17:8
Jehová envía a Elías
hasta Serepta de Sidón, allí habita una viuda la cual ha recibido orden de Dios
para que lo sustente, ¿no habría mejores casas donde Elías pudiese morar y
satisfacer sus necesidades de comida y vestido? ¿Por qué en casa de esa mujer?
¿era una mujer perfecta? No. Luego de
recibir el mensaje de parte de Dios aquella mujer pobre y desvalida la cual no
tenía ni comida para ella y su hijo, ¡cuántas veces no diría Dios, “yo no tengo
nada que ofrecer, ¿no ves mi situación?”! Estaba preparándose para comer lo
último que le quedaba para su hijo y para ella y luego se dejaría morir.
Cuando Elías llega a
su casa y le pide de comer, viendo la situación de aquella mujer, sus palabras
parecen totalmente egoístas. “Te ruego
que me traigas también un bocado de pan en tus manos” (ver. 11). Estaba
diciendo a aquella mujer viuda, primero atiéndeme a mí y luego si sobra coméis
vosotros. ¿Por qué no hacer primero el milagro y así comer todos.
Dios estaba poniendo
a prueba la fe de aquella mujer, estaba probando si obedecería o no a su
palabra. Acordaos de las palabras de Jesús: “Buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas” (Mateo 6:33). Primero está la obediencia a Dios y luego el resto
de las cosas.
Las pruebas, duras e
injustas a los ojos humanos para aquella mujer no quedaron ahí, posteriormente
su hijo, su único hijo, en el cual estaba fijada su esperanza (él se
prepararía, trabajaría, la ayudaría y la sustentaría), enferma gravemente con
unas fiebres muy altas y se queda sin aliento. La reacción de la mujer es igual
que la nuestra en muchas ocasiones: “Entonces
dijo ella a Elías: ¿Qué tengo que ver yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido
aquí a recordarme mis pecados y a hacer morir a mi hijo?” (Ver 18).
¿Cuántas veces nos olvidamos que Dios es un Dios de misericordia?
El propio Elías
clama a Dios manifestando la acción “ilógica” de Dios desde nuestro punto
humano: “Luego clamó a Jehová diciendo:
«Jehová, Dios mío, ¿también a la viuda en cuya casa estoy hospedado vas a
afligir, haciendo morir su hijo?»”.(Ver 20). No clamamos igualmente a Dios
nosotros, ¿Cómo puede ser que si estamos obedeciendo a Dios nos pueden venir males
a nuestra vida?, pero todos estos sucesos tenían un propósito en la vida de
aquella mujer: “Entonces la mujer dijo a
Elías: —Ahora reconozco que tú eres un varón de Dios y que la palabra de Jehová
es verdad en tu boca” (Ver 24).
Concluimos aquí lo
que el mismo apóstol Pablo aseguraba: “Sabemos,
además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Lo que tampoco podemos hacer es buscar nosotros los problemas, por ir en contra de los mandamientos de Dios o llevados por nuestros deseos e intereses olvidándonos de Dios y luego preguntarle por qué estamos en esta situación o por que hemos caído en una situación de dolor y desesperación como le paso al hijo prodigo.
"La insensatez del hombre tuerce su camino y luego se irrita su corazón contra Jehová" (Proverbios 19:3).
Tengamos presente las mismas palabras que Jehová por medio del profeta Isaías dijo al pueblo de Israel descansemos en Él y esperemos en sus promesas:
«Como son más
altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros
caminos y mis pensamientos, más que vuestros pensamientos.
Isaías 55:8-9 (RVR1995)
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