“Nunca es tarde para el arrepentimiento y la
reparación.”
Charles Dickens
Hoy 14 de noviembre
y luego de largo silencio la iglesia Católica en España hizo un comunicado
sobre la pederastia en el seno de la iglesia y en dicho manifiesto se dice: “... no
son ni más ni menos responsables que el resto de los españoles … en España
existe una campaña mediática y política en contra de la institución”. La
respuesta, podíamos decir que es políticamente correcta; así se han defendido y se
defienden todos los políticos siempre; y nosotros también. Cuando nos dicen que
algo no lo estamos haciendo correctamente acusamos al otro que está a nuestro
lado: “él hace lo mismo” o incluso le recordamos al que nos acusa de todo lo que él hizo mal en el pasado o presente.
La iglesia Católica a
lo largo de toda su historia, en todo el mundo, hizo muchas barbaridades e
incluso en nombre de dios. Y escribo aquí el nombre "dios" en minúscula porque el
Dios con mayúscula detesta y detestará todas esas atrocidades. Se critica la
acción de los nazis en la Segunda Guerra Mundial pero la institución Católica
no se queda atrás. Pero yo no soy el que voy a juzgar, sino que seré igualmente
juzgado por Dios. Siempre ha ocurrido lo mismo y siempre ocurrirá, no queremos
reconocer nuestros errores, nuestra culpa, nuestros pecados y los disfrazamos justificándolo
con las circunstancias: fueron tiempos pasados, las compañías, la familia, …. igual que Adán le echo la culpa a Eva y Eva a la Serpiente. Jesús dijo a los habitantes de la ciudad de Capernaúm: “Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades
serás abatida, porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido
hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en
el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que
para ti.»” (Mateo 11:23-24). ¿Era peor la conducta de los habitantes de
Capernaún que la de los habitantes de Sodoma y Gomorra?, ¡Qué va, ni por asomo! No había los mismos
niveles de depravación. Ellos se creían sin necesidad de arrepentimiento no eran de pecadores como los de Sodoma y Gomorra, pero no creían a Jesús y a su palabra y al no arrepentirse de sus pecados y de sus faltas no alcanzarían la vida eterna, y el veredicto a los de Sodoma y Gomorra sería más tolerante que para los de Capernaúm. Esto da que pensar.
El verdadero
arrepentimiento requiere que, una vez que tenemos conocimiento de pecado cometido
que no nos disculpemos ante Dios, sino todo lo contrario, que nos arrepintamos
allí en lo más profundo de nuestro corazón, reconociendo nuestro pecado y sin
poner ninguna disculpa para justificarnos y cambiar de actitud de forma radical
con ayuda del Espíritu de Dios. Eso fue lo que hizo David cuando el profeta
Natán le comunico su pecado y entendió que era digno de la muerte: “Entonces dijo David a Natán: —Pequé contra
Jehová. Natán dijo a David: —También Jehová ha perdonado tu pecado; no
morirás. 14 Pero, por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos
de Jehová, el hijo que te ha nacido, ciertamente morirá. (2ª Samuel 12:13).
Reconoció en el
mismo instante su pecado y no puso ninguna disculpa, esa es la actitud correcta
para obtener el perdón de Dios y así obtuvo el perdón de Dios aunque también sufrió
su castigo. En la parábola del hijo pródigo la actitud es la misma: El hijo le
dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.” (Lucas 15:21).
La altivez, la
soberbia, el no reconocer el pecado, el poner disculpas, el mentir, … no lleva
a buen puerto. Solamente el arrepentimiento y reconocer que hemos pecado
primero en contra de Dios y luego contra los que hemos ofendido o perjudicado, nos lleva al perdón, a la restauración y a la obtención de la vida
eterna.
Hay un texto muy ilustrativo en el libro de Proverbios: "El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta
de ellos alcanzará misericordia”.
(Proverbios 28:13).
Otra cosa que
debemos tener en cuenta es que el diablo en momentos de debilidad siempre nos
va a atacar mostrándonos cuan imperfectos somos y como hemos pecado una y otra
vez con el fin de destruirnos, pero en esos momentos debemos acordarnos del
siguiente texto del profeta Isaías:
Lavaos y limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras
obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien,
buscad el derecho, socorred al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a
la viuda. »Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: aunque vuestros
pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean
rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana».
Isaías
1:16-18
Dios pone delante de
nosotros y de forma gratuita el perdón: “Deje
el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el
cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en
perdonar”. (Isaías 55:7).
Como cristianos
debemos ser luz en este mundo y guía para aquellos que conocen a Dios y para
los que no le conocen, no podemos ser piedra de tropiezo. Nuestra conducta, contraria a los mandamientos de Dios, puede ser piedra de tropiezo para que otros no lleguen a los pies de Cristo.
Como cristianos también
tenemos la obligación de perdonar: “Perdónanos
nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben”
(Lucas 11:4). No hace falta que comente aquí la explicación de Jesús sobre este
texto.
Y concluyo con el
siguiente texto bíblico:
¡Cuán
bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es
cubierto!
(Salmos 32:1)