domingo, 15 de marzo de 2020

Bendiciendo siempre

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
1ª Pedro 3:8-9

En estos momentos difíciles por los que están a pasar todos los españoles en consecuencia del virus del coronavirus COVID-19, todos los cristianos debemos estar a la altura. Tenemos promesa de que el cuida de todos nosotros. Sigamos la recomendación del apóstol Pedro: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1ª Pedro 5:7). Es tiempo de prueba para que nos demos cuenta que somos frágiles, muy muy frágiles. Y todo lo que aquí tenemos lo podemos perder en un instante, incluso la vida.

Pero en estas circunstancias el creyente tiene que ser de bendición para todos aquellos que están a su alrededor, consolando, fortaleciendo, proclamando a Cristo como el único salvador, como aquel que perdona, que ama, que da paz, nos guarde y nos bendice en todo momento.

Cada uno de nosotros tenemos la obligación de orar por las autoridades, por las personas que se encargan de la salud en todo el territorio nacional, por las fuerzas armadas de todo el país, por el ejército, etc. Para que obren con sabiduría y pensando de todos aquellos que en los más débiles y necesitados.

Nosotros mismos como cristianos pidamos a Dios sabiduría, y él no se la niega a nadie. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Y obremos con sabiduría, con sabiduría de Dios, no terrenal. Y aprovechemos este tiempo para reflexionar sobre nosotros mismos como cristianos y hagamos caso al salmista David que decía: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos” (Salmo 139:23), A nadie le gusta la prueba, pero tenemos que admitir de Dios las pruebas, ellas nos ayudan a reforzar más la confianza en el Señor y no en nosotros mismos. Y sigamos también el consejo del apóstol Pablo: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:15-17).

Por último os dejo a todos y a todas como Dios quiere bendecirnos. ¿Queremos nosotros dicha bendición?

La bendición sacerdotal

22 Jehová habló a Moisés y le dijo: 23 «Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: “Así bendeciréis a los hijos de Israel:
24 »”Jehová te bendiga y te guarde.
25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti
y tenga de ti misericordia;
26 Jehová alce sobre ti su rostro
y ponga en ti paz.”
27 »Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.»


Números 6:22-27

Mi deseo para vosotros y vosotras es que Dios os bendiga en los términos de la bendición sacerdotal mandada por Dios a Moisés, bendigamos del mismo modo a nuestros semejantes.

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