jueves, 1 de abril de 2021
¿Cómo usas tus dones en la iglesia?
viernes, 19 de febrero de 2021
Corazón de carne y no de piedra
La clave está en la disposición del corazón del hombre y de la mujer. Son los pequeños gestos, pequeñas actitudes las que con el paso del tiempo provocan grandes cambios en las personas o en la sociedad. No es cuestión de conocimiento, de inteligencia, sino de escuchar la voz de Dios. Se precisa la fe, es imprescindible la humildad, es necesario el mensaje.
Dios no está lejos, está cerca. “Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová, nuestro Dios, en todo cuanto le pedimos?” (Deuteronomio 4:7). Su palabra también: “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.” (Deuteronomio 30:14). No hay nadie que pueda decir, me he acercado a Dios, he clamado a él, pero él no me escucha.
El apóstol Pablo habla del Evangelio, “La Buena Noticia”, como un mensaje de poder transformador: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:16). En la primera epístola a los Corintios va un paso más allá y dice claramente que aunque en el mensaje de Dios hay mucha sabiduría, sabiduría de lo alto, es más que sabiduría es poder de Dios: “… y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (1ª Corintios 2:4-5).
Todo cobra sentido bajo la óptica del Espíritu de Dios obrando en el interior de las personas y acompañando el mensaje proclamado. Cuando Jesús envió a predicar a sus discípulos dice allí que: “Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.” (Lucas 9:1-2).
Cuando envió a los setenta discípulos también les dio autoridad para sanar enfermos. “y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios.” (Lucas 10:9).
Cuando Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, Jesús le dice: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 16:17).
Jesús manda a sus discípulos que esperen a la venida del Espíritu Santo, pues es este el que tocará el corazón de las personas que escuchen y los convencerá de su situación personal: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (Juan 16:8).
El que escucha no puede tener un corazón cerrado al mensaje de Dios, debe estar abierto, sin coraza, debe ser tierno, dispuesto a ser modelado, receptivo al aprendizaje. “Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.” (Deuteronomio 30:6).
Con unos, Dios tiene que trabajar mucho, a otros les llega un pequeño gesto, Dios se esfuerza, se muestra en multitud de formas y ocasiones, no escatima en esfuerzos,…. Pero la última palabra la tienes tú. A Natanael le bastó con escuchar de Jesús: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. (Juan 1:48). Ante su fe Jesús continua diciendole: “¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.” (Juan 1:50). A Tomás le costó más creer que Jesús había resucitado. “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré…. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” (Juan 20: 25,27). A Pablo tuvo que postrarlo en tierra y de perseguidor paso a ser perseguido: “Yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios” (1ª Corintios 15:9) .Y todo fue por gracia de Dios: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.” (Efesios 3:8).
No cierres tu entendimiento a la voz de Dios, no reúses a que él te muestre su poder, no tengas miedo a la manifestación de Dios en tu vida, a sus propósitos o planes para contigo, pues él no busca nuestro mal sino nuestro bien: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11).
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.”
Efesios 3:20-21
miércoles, 6 de enero de 2021
El conocimiento envanece, pero el amor edifica
El conocimiento envanece, pero el amor edifica.
Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo.
Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.